martes, 25 de septiembre de 2007

Una sacrificada victoria

El jueves 4 de octubre, en el ya famoso y bullado paradero de Baquedano, a las seis y media de la tarde, en pleno horario punta, estaba Victoria Núñez, quien volvía de su trabajo.
Su rostro lo dice todo, la frustración que siente es tremenda.
Para variar: estuvo alrededor de una hora esperando su micro, la 307.
Su molestia es indudable, y sus ganas de criticar el sistema son casi incontrolables...

martes, 11 de septiembre de 2007

Baquedano, el concurrido paradero de Transantiago

Esta es la verdad de la historia. Aunque parezca majadero repetirlo todo el tiempo, lamentablemente es la realidad.
Lo que debiera ser una tranquila jornada más de trabajo y estudio, por culpa de la incompetencia, irresponsabilidad y, quizás, mediocridad del sistema de transporte de Santiago -el famoso Transantiago-, se torna en una desgraciada experiencia que debe ser, inevitablemente, vivida a diario por todas las personas que necesitan imperiosamente volver a sus hogares.
Es el paradero de Baquedano. La gente que lo repleta vive en Quilicura, al norte de la capital, en una populosa comuna que día a día sigue aumentando su densidad. No existe otro mecanismo para llegar a casa. La población quilicurana, en su afán natural de querer regresar pronto a sus casas, llega al famoso terminal, espera su oportunidad para acceder a un bus, y cuando lo logra... Realmente parece una manada de bestias que luchan por una presa. No hay otra opción. Es el sino de quienes toman la 307 y la 307 e, un recorrido que está colapsado y que al parecer no encontrará solución, o al menos a corto plazo.

Es el día miércoles 5 de septiembre, son las seis de la tarde con doce minutos. Se inicia lo que se conoce como el horario punta, el siempre molesto horario punta. El señor Francisco Contreras arriba a Baquedano para cumplir con el ritual diario. Él debe tomar pronto un bus si es que quiere llegar rápidamente a su casa. Pasa raudo por los validadores bip, sabiendo que ahora se enfrentará a sus "rivales" de "la lucha por tomar la micro".

Cuando hace su ingreso al paradero, él ya lo sabe. Tiene que pelear por la 307. La gente no da otra alternativa. El paradero está atiborrado... De pronto se aproxima una 307e. La gente conoce el recorrido de esa micro. Sabe que es más rápida que la 307 normal -no se da tantas vueltas-. Son las seis con cuarenta minutos... Francisco Contreras ya lleva media hora esperándola. No puede dejar pasar esta oportunidad.

Lo logra. Francisco Contreras está a escazos metros de la pisadera del bus. Su éxito es inminente. Después de tanto rato de espera él será recompensado, pues viajará en la ansiada y apetecida 307e. Pero... ¿Logrará hacer la tarea completa?, ¿se irá sentado o tendrá que resignarse a viajar de pie? Lo más probable es que sea la segunda opción la que se cumpla. Es tanta la gente que hay ahí, que podemos erigir a aquellas que logran tomar un asiento como verdaderos afortunados. -Y realmente lo son-.


Finalmente la tarea está cumplida. Se acabo la jornada laboral . La gente en general y Francisco Contreras en particular, lograron triunfar en su misión. Él ya está arriba de la micro. Esta inicia su recorrido. Más allá de que el viaje será incomodo -y la gente lo sabe- la satisfacción por haber podido tomar un bus se siente, y se siente en el alma. Es un alivio, realmente, darse cuenta de que se está dentro de él.
Francisco Contreras ya vivió su experiencia en Baquedano. El bus se va... Y con él adentro, que es lo más importante.

martes, 14 de agosto de 2007

Transantiago, 307 / 307e

Tema: El Paradero Baquedano siempre está lleno por la gente que viaja a Quilicura.

Increíble resulta el hecho de que el paradero de Baquedano -también estación de metro, de la Línea 1- que sirve, básicamente, para la gente que vive en Quilicura, una populosa comuna del norte de Santiago, esté casi todo el tiempo lleno. La razón: las personas prefieren ir hasta Baquedano para intentar toma el bus, e irse sentada, ya que en cualquier otro paradero del centro de la capital es prácticamente imposible poder tomar una micro que vaya con asientos vacíos.
La comuna de Quilicura, por culpa del Transantiago, está en este momento dividida en dos: norte y sur. Para la mitad norte, sólo existe un recorrido troncal que debe satisfacer a la ciudadanía. Esa micro es la 307, que además posee una derivación, la 307e. La otra mitad, es decir la sur, posee un poco más de recorridos troncales, como la 303, 303e, 305, 308, entre otras. Todas estas acompañadas de unas pocas de servicio local. Entonces, la gente que habita en la parte norte de Quilicura sólo debe abastecerse de aquel único recorrido.
El problema recae en que el servicio del famoso recorrido es demasiado requerido, lo que posibilita en los viajeros una serie de incomodidades. Para tratar de solucionar estas incomodidades, la gente tiene a Baquedano como ícono y estandarte a la hora de buscar una solución al problema. En otras palabras: las personas llegan hasta este e intentan allí tomar una micro que vaya vacía. El tema es que para lograrlo se genera un verdadero caos, siendo los horarios peak realmente estresantes para la ciudadanía.
Lo curioso del caso es que, al ser un paradero tan requerido, sirve también de punto de encuentro para muchas personas. La gran mayoría de las que ahí aguarda su bus, suele encontrarse con amistades y familiares.
Jueves 9 de agosto: son las 8:30 de la tarde. Horario peak. El paradero está totalmente lleno, al igual que todos los días. Está dividido en dos, una mitad para albergar a quienes tomarán la 307, y la 307e; y la otra mitad para aquellos que viajarán en la 303 y sus derivados. Ambas mitades están atiborradas de gente. Como ya está dicho: todas las personas que trabajan o que estudian en alguna parte del centro, o incluso, mucho más lejos, y que se acercan a Baquedano mediante el metro, acceden a este paradero para intentar tomar un asiento. De ninguna otra forma lo lograrían. Si no van hasta Baquedano, sencillamente se tendrán que ir de pie, aspecto que no los estimula mucho porque el viaje fluctúa entre los 35 a 50 minutos.
Leonardo Zapata, estudiante, llega hasta ahí con el mismo afán del resto. Sin embargo es tanto el torrente de personas que tiene que ver como se van dos 307, y una 307e. No hay manera de tomarlas, ya que las personas que están más adelante se “avivan” y, obviamente, aprovechan la oportunidad de tomar el bus.
Ya han pasado 30 minutos, el paradero le permite a Leonardo acercarse al siguiente bus, pero de igual manera sigue habiendo mucha gente. La 307 llega. Se detiene. Leonardo logra tomarla pero sube a la micro empujado por todo el resto de las personas. Realmente parecen animales, tratando de subir. Es tanta la ansia que tienen de llegar a sus casas, que les da “lata” esperar la 307e que viaja bastante más rápido, y que está atrás en ese preciso instante.
Finalmente Leonardo toma la micro, llena por cierto, y luego de un extenuante viaje de al rededor de 40 minutos llega al paradero más cercano a su casa. Se baja aliviado, pero conciente de que a la mañana siguiente deberá sufrir algo similar para tomar un bus que lo acerque a su universidad, y en la tarde para devolverse a su casa. Es la realidad de la mitad norte de Quilicura. En los horarios peak, ya sea mañana o tarde, deben sufrir una enormidad para tomar una micro. Creen que la solución es ir a Baquedano, sin embargo ahí hay muchas personas que piensan igual que ellos y que se ven inmersas en la misma disyuntiva: tomar la micro en Baquedano o lo hacen en Santo Domingo, por ejemplo. Al fin de cuentas da lo mismo. Siempre esa mitad de Quilicura sufrirá por tomar la 307 y la 307e.